Sacramento Lesley Harrison, California infancia fue formada por los animales y el arte. "Yo nací amar a los animales, dice ella." Parece que es en mi sangre. "Recuerda una colección de animales salvajes en curso de los gatos a los pollos. Empezó a dibujar animales en el 2 º grado." Me llevaron a la oficina del director más de una vez, porque yo estaba dibujando caballos en vez de prestar atención a la maestra ", se ríe." En 1975, tomé un palo de pastel y fue amor al instante. Había probado otros medios, pero Lesley Harrison -. Trabajo en una pintura nada nuevo cada vez pulsado ". En 1983, ella estaba vendiendo pinturas suficiente para renunciar a su trabajo el día hablando de terminar su trabajo en galerías, Lesley se refiere," Siempre que me acerco me una galería de mostrar mi trabajo, lo primero que le preguntaría es lo que era mi medio? Yo diría que los pasteles y me decían que no estaban interesados. Así que finalmente le dijo a una galería que he trabajado en óleo y pastel (lo cual era cierto!). Me dijeron que me traen los aceites, no el pastel. Me llevó a los dos y los dejó para su revisión. Les encantó el pastel! Lesley trabaja en la ubicación y también completa las sesiones con las fotografías de referencia. Este enfoque le permite desarrollar obras que están frescas aún hizo con autoridad. Aunque los pasteles son muy difíciles de dominar, Lesley ha recibido una serie de honores profesionales y premios por su excelencia técnica. Recientemente, para el 3er año consecutivo, la Sociedad de pastel de la costa oeste de la reconoció por su contribución al pastel como medio artístico. Ella también es miembro de la Sociedad exclusivo pastel de América.
Pablo Solari por Adrian G Basualdo Un largo y solitario camino La mirada clara de Pablo Solari custodia el paisaje raigal del barrio porteño de Flores, donde nació en abril de 1953. Un lugar de avenidas transitadas, como aquella Juan Bautista Alberdi en la que medio siglo atrás estuviera su casa natal, o la San Pedrito en la que hoy tiene el taller que comparte con "Monchi", el gato blanco que pasea con gracia por entre colores y pinceles, pero también de calles recoletas, de adoquines adecuados para el fútbol entre amigos y la lectura compartida de los libros de aventuras de la colección Robin Hood. Una infancia con eje en la vida familiar, donde la presencia de Italia se materializaba en padres y abuelos inmigrantes recientes, originarios de la Toscana, que se resistían a dejar su lengua y sus costumbres, sus canciones y el sobrevuelo de las melodías de Puccini y de Verdi cuyos ecos aun tienen vigencia en las mañanas frescas de este invierno de 2003. L
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